Aaron creció en Honduras
Aaron no era ajeno a la diversidad. Destacaba mucho como niño misionero evangélico en Honduras debido a su aspecto rubio y de ojos azules. Sin embargo, crecer en ese entorno le enseñó que la gente puede parecer diferente, pero en el fondo todos somos iguales.
A menudo hace falta crecer en un barrio o ciudad diversa para abrir la mente y reconocer que no todos somos tan diferentes como nos hacen creer.
La educación de Raquel fue diferente
Rachel, en cambio, tuvo una educación muy diferente. Creció en el delta del Mississippi, donde a veces la gente es muy cerrada con los que no se parecen a ellos.
Unos cuantos viajes a Haití cambiaron la perspectiva de Rachel, que conoció a ciudadanos maravillosos y vio por primera vez los prejuicios raciales con los que se había criado. Poco podía imaginar que aquello cambiaría su vida para siempre.
Compartían la misma misión
En 2004, Rachel y Aaron se conocieron en una cita a ciegas y enseguida supieron lo acertada que era su relación. Ambos sentían que eran personas con los pies en la tierra y compartían muchos objetivos similares.
Un gran objetivo para ellos, debido a la forma en que fueron criados, era seguir utilizando el evangelio para cambiar el mundo y convertirlo en un lugar mejor. Esto no les resultó muy difícil gracias a la formación de Aaron.
Cuando los sueños se unen
Su relación acabó dando un giro hacia el romance, ya que Rachel siempre sintió que Aaron era el elegido. Una cosa que ayudó fue que ambos tenían clara una cosa: querían adoptar.
Sabemos lo que estás pensando: ¡adoptar un montón de cachorros suena a paraíso! Pero no, lo que ambos tenían en mente eran niños. Realmente querían formar una familia, y la adopción era muy importante para ambos.
Comenzando su familia
Rachel y Aaron acabaron casándose y estaban decididos a formar su hermosa familia. Ambos podían tener sus propios hijos, pero creían que participar en la adopción era sumamente importante para quienes podían permitírselo.
A los pocos años de casados, intentaban concebir de forma natural, pero la idea de la adopción siempre les rondaba por la cabeza. Incluso visitaron una agencia de adopción en el lugar en el que vivían por aquel entonces para informarse.
Adopción con advertencias
A Rachel y Aaron les encantaba la idea de la adopción, pero había una gran advertencia. Habían investigado y se habían enterado de que, en Estados Unidos, a las agencias les cuesta mucho encontrar hogares para niños no caucásicos.
Hay muchos problemas en el sistema de adopción estadounidense, como el hecho de que adoptar niños de determinadas razas suele ser más barato que adoptar niños de otras, y que los niños de minorías suelen tener que pasar más tiempo en hogares de acogida que los niños blancos.
La gran decisión
La pareja decidió decir a la agencia de adopción que les encantaría adoptar un niño, pero con una condición: no adoptarían a ningún niño que fuera totalmente blanco. Creían que si estaban destinados a tener un hijo blanco, lo tendrían de forma natural.
Por eso les pareció tan importante dar una oportunidad a un niño que de otro modo no la tendría. No era una declaración política, simplemente era lo correcto.
La pareja hace una mudanza
Rachel y Aaron habían estado considerando la posibilidad de volver a Honduras como misioneros, volviendo a las raíces de Aaron. Pero, al mismo tiempo, estaban estudiando la posibilidad de adoptar en su pueblo de Mississippi.
Mientras Rachel luchaba por concebir, finalmente tomaron una decisión: iban a adoptar a dos niños afroamericanos. Tenían una casa grande y bonita, y esos niños merecían tener una casa grande y bonita en la que correr… como cualquier niño.
Compartiendo compasión y amor
Estaban muy ilusionados por ampliar su familia y llamaron Ford y Catherine a sus pequeños adoptados. Estaban impacientes por compartir con sus hijos su pasión por amar y ayudar a los demás. Pero los que les rodeaban no estaban tan entusiasmados.
A algunas personas de su pequeño pueblo de Mississippi no les entusiasmaba tanto la idea de su familia mestiza. Algunos los miraban confusos, mientras que otros negaban con la cabeza. Pero, la gente estaba aún más sorprendida por lo que le sucedió a su familia a continuación.
Una gran familia feliz
Rachel y Aaron estaban muy contentos con su decisión, ya que sentían que los niños se adaptaban muy rápidamente y que su familia estaba aún más completa que antes. No les importaban las miradas que recibían cuando salían en público.
Lo único que les importaba era que sus hijos fueran felices y tuvieran un hogar, y lo mucho que disfrutaban siendo sus padres. De hecho, disfrutaban tanto siendo padres que decidieron que su familia no se quedaría ahí.
La pieza que faltaba en el puzzle
Muchas personas sueñan con tener una familia numerosa. La idea de un montón de pequeños correteando por ahí les llena de alegría y de sentido común. Era algo que los Halbert siempre habían deseado.
Para ese tipo de personas, dos hijos no suelen ser suficientes. Sueñan con tres o cuatro, o incluso más si tienen los recursos para ello. ¡Imagínate una de esas grandes furgonetas llenas de pequeños felices!
Una conversación intrigante
Con dos niños pequeños, los Halbert aún no querían ampliar la familia, ya que corrían de un lado para otro intentando seguir el ritmo de sus hijos adoptivos. Sin embargo, tuvieron una interesante conversación con otra pareja.
Aquella pareja les dijo que deberían estudiar un proceso único de adopción, y a ellos les intrigó mucho la idea. Al fin y al cabo, significaría que Rachel podría dar a luz a un bebé.
La solución perfecta
Rachel buscó información sobre el proceso y se lo plantearon seriamente. Mientras que la mayoría conoce los tratamientos de FIV y las donaciones de varones, ella encontró algo llamado adopción de embriones, de lo que mucha gente nunca ha oído hablar.
La adopción de embriones es el proceso por el que se implanta un embrión que no está biológicamente emparentado con la madre, a menudo para darle la mejor oportunidad posible de vivir. Ambos pensaron que era la solución perfecta.
Rachel se queda embarazada
A Rachel y Aaron les encantó la idea porque podían dar una nueva oportunidad a los embriones congelados para fecundación in vitro. Se pusieron manos a la obra y pronto Rachel se quedó embarazada. Fue un momento emocionante para ambos.
Rachel era una de las muchas mujeres que sueñan con quedarse embarazadas y hacer crecer una pequeña vida, así que la adopción de embriones le dio la oportunidad de hacerlo y dar a sus dos hijos un hermanito más. Pero Rachel y Aaron se llevaron una sorpresa.
La mejor oportunidad
En los procesos en los que se implantan embriones, como la fecundación in vitro y la adopción de embriones, es práctica habitual implantar más de un embrión para dar a la madre más posibilidades de embarazo. Aun así, nadie esperaba lo que ocurrió a continuación.
Rachel y Aaron seleccionaron dos embriones para implantarlos, pero no eran embriones cualquiera. Hablaron con su médico sobre qué sería lo mejor y llegaron a un acuerdo. Querían que sus dos hijos se sintieran unidos a estos nuevos hermanos.
Experiencias vitales compartidas
Debido a la forma que ya estaba tomando su familia, los Halbert decidieron que los embriones también debían ser afroamericanos. El centro de donación al que acudieron estuvo totalmente de acuerdo en que era una decisión acertada.
Permitiría a la familia dar un hogar a un nuevo niño que se lo merecía, a la vez que ayudaría a todos sus hijos a estrechar lazos por compartir miradas y experiencias vitales. Nunca dudaron de que era lo mejor para ellos como pareja y para su familia.
Visita al médico que destroza los nervios
Durante el embarazo, Rachel y Aaron estaban sirviendo como misioneros a tiempo completo en Honduras. Habían vuelto a las raíces de la infancia de Aarón. Estaban ansiosos por ver si uno de los embriones había cuajado.
Al cabo de seis semanas, fueron a visitar el hospital local donde vivían en Honduras, y estaban supernerviosos por ver qué les decía el médico. Nunca esperaron la pregunta que les haría a continuación.
Confusión en la consulta del médico
Después de explicarles la situación en un español algo chapurreado, el médico les preguntó si estaban seguros de que sólo habían insertado dos embriones. Respondieron que sí, y se quedaron un poco confusos por la pregunta.
Todo se aclaró cuando el médico les dijo que no sólo se habían extraído los dos embriones, sino que, al parecer, uno de ellos se había dividido dentro del útero de Rachel. Así que no iban a tener un bebé, ni siquiera dos, ¡sino tres!
Una bendición triplicada
Cuando se implantan embriones es bastante habitual acabar teniendo varios hijos. Esto se debe a que muchos padres optan por insertar más de un embrión para tener las mayores probabilidades de que uno prenda y provoque el embarazo.
Rachel y Aaron ya sabían que era posible que tuvieran gemelos, pero nunca se imaginaron que iban a tener tres. Fue un gran shock, pero se lo tomaron con calma.
Una expansión familiar
Aaron sabía que su mujer Rachel debía de estar muy contenta. Ya era muy afortunada por tener a Ford y a Catherine. Ahora no sólo tendría una barriguita, ¡sino una enorme!
Ambos sentían que era una verdadera bendición y sabían que esos tres pequeños serían amados y apreciados durante todos sus días. No veían la hora de compartir su hogar con una familia tan numerosa.
Un miedo a las reacciones mixtas
Como familia mestiza, Rachel y Aaron se enfrentaban constantemente al escepticismo de la gente de su comunidad. Sin embargo, no dejaron que eso les afectara y siguieron adelante con sus planes porque pensaban que era lo correcto.
Cuando se enteraron de que iban a tener trillizos afroamericanos, no estaban seguros de cómo reaccionaría la gente de su entorno. Ya les miraban raro por tener dos hijos adoptados que no se parecían a ellos.
Un mundo de apoyo
Por suerte para ellos, la mayoría de sus amigos y familiares les apoyaron mucho en su decisión de ampliar la familia, aunque creyeran que la forma en que lo hicieron fue un poco inusual.
Lo más importante es que el amor es el amor, y la familia es la familia, tengan el aspecto que tengan. La mayor parte de la comunidad inmediata de los Halbert lo reconoce, lo que les hace increíblemente bendecidos y afortunados de tener una comunidad así a su alrededor.
Algunos cuestionaron la decisión
Aunque la mayoría de la gente la apoyaba, siempre había quien dudaba, y esa gente estaba un poco confusa sobre los métodos que utilizaron para que Rachel se quedara embarazada. Pero, Rachel no dejó que los haters la pusieran en fase.
Cree sinceramente que sus hijos no necesitan tener sus rasgos faciales ni su color de pelo ni parecerse a ella para ser sus hijos. Ella dijo que el amor es todo lo que se necesita, lo que debería ser cierto en cualquier familia.
Reacciones de Ford y Catherine
Mientras Rachel estaba embarazada, Aaron no pudo evitar alegrarse de lo dulces que eran sus dos hijos. Ver el amor que sentían por sus hermanos por nacer hacía que su corazón estallara de orgullo y amor. Los niños besaban la barriga de Rachel y le daban las buenas noches todos los días.
La mayoría de los hermanos se emocionan mucho cuando se enteran de que van a tener un hermanito o hermanita, así que saber que iban a tener tres hermanas fue muy emocionante para Ford y Catherine.
Preocupaciones de seguridad para el embarazo
Llevar varios bebés a la vez supone una gran carga para el cuerpo de la madre y, por desgracia, muchos bebés de embarazos múltiples no llegan a término. Eso significa que estas madres tienen que extremar las precauciones.
Rachel y Aaron se preocupaban constantemente por su seguridad, asegurándose de que tanto ella como los bebés estuvieran bien atendidos. Cuando se acercaba la fecha del parto, los médicos tomaron una decisión importante.
Hora de la cesárea
Decidieron que una cesárea temprana sería la forma más segura de garantizar la supervivencia de los tres pequeños, así que eso fue lo que hizo la familia. Aaron era todo nervios mientras Rachel estaba con los médicos, como haría cualquier pareja.
Entonces vio a los preciosos bebés que su mujer traía al mundo. Nacieron tres pequeños bebés negros, y él rompió a llorar al ver sus caritas sanas.
Una paternidad aún más plena
Aaron ya estaba muy orgulloso de ser padre de sus dos hijos adoptivos, pero ver nacer a su mujer con estos tres pequeños paquetes de alegría fue lo que les hizo darse cuenta de que su familia estaba completa.
Se sentía muy orgulloso y no veía la hora de tener a los tres en brazos. Por fin Rachel y él tenían la gran familia que siempre habían deseado, y al mismo tiempo habían ayudado a niños y embriones necesitados.
Una familia más grande y feliz
Ford y Catherine ya podían dar las buenas noches a sus tres hermanitas en persona, y los Halbert no podían estar más contentos. Decidieron organizar una fiesta al llegar a casa como agradecimiento.
No podrían haberlo hecho todo sin el apoyo de sus amigos y familiares en cada paso del camino, especialmente frente a los detractores que no entendían por qué hacían las cosas como las hacían.
No como lo planearon
Cuando empezaron a salir hace tantos años y se unieron por el deseo de adoptar, no sabían exactamente cómo iba a ser, pero no se esperaban lo que les esperaba.
El hecho de que no lo esperaran no significa que no estuvieran agradecidos por los cinco maravillosos hijos con los que fueron bendecidos. De hecho, ambos están muy orgullosos de cómo ha salido su familia, porque lo que hay dentro es más importante que las apariencias.
Los dudosos no importan
Los Halbert han compartido que algunas personas no entienden a su familia mestiza y los desprecian por haber elegido el camino que eligieron. Sin embargo, al fin y al cabo, esa gente no les afecta.
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Para ellos hay otras cosas más importantes, como vivir su vida como personas buenas y honestas y como padres atentos y cariñosos. Quieren que sus hijas crezcan sabiendo que son queridas y perfectas exactamente como son.
No es para tanto
La gente les ha dado las gracias por hacer lo que han hecho, al adoptar a niños necesitados sin importar su aspecto, y esforzarse por dar un hogar a niños que tal vez lo hubieran tenido difícil para encontrar uno.
Sin embargo, para ellos no es para tanto. Es lo que hay que hacer. Creen firmemente que todos los niños merecen una oportunidad de ser felices y que su color de piel es lo menos importante de ellos.
Se necesita un pueblo
Rachel y Aaron siempre han expresado su gratitud por todo lo que les ha dado la vida y por quienes han estado a su lado en el camino. Significó mucho que otros miembros de su comunidad juzgaran sus decisiones.
No les importaba lo que los que les rodeaban pensaran de sus decisiones, porque tenían una hermosa familia de cinco hijos fantásticos que tuvieron la suerte de tener el privilegio de criar.
Un sentido mensaje en Facebook
Los Halbert pensaron que era importante dar las gracias, así que acudieron a las redes sociales y dijeron: “Ha sido alentador ver que prácticamente todos vuestros amigos y familiares expresan un apoyo abrumador a nuestra familia y a la inusual forma en que la hemos construido.”
También compartieron: “En nuestras mentes, sólo estamos viviendo nuestro sueño. Un sueño que puede no parecerse al de la familia media, pero que estamos agradecidos de que pudiera hacerse realidad a la luz de la historia de nuestro país.”
Moraleja de la historia
Las fotos de la familia Halbert pueden parecer inusuales a quienes no las conocen, pero no importa porque los niños son felices, están sanos y se les quiere por lo que son. Están siendo educados para ser personas buenas y generosas.
Su historia demuestra que si deseas algo con todas tus fuerzas, siempre habrá una forma de conseguirlo, y que siempre habrá gente que te apoye.
Siempre queda la adopción de embriones
En una actualización en 2021, los Halbert compartieron que si bien ver su historia en todas partes ha sido extraño, al menos ha habido algo bueno que salir de ella, y es que ha ayudado a difundir la palabra acerca de la adopción de embriones.
Muchas de esas personas nunca habían oído hablar de ella, pero investigaron un poco y eligieron un camino similar gracias a la historia de la familia Halbert. Ahora viven en Honduras, continuando la labor que la familia de Aaron hizo hace tantos años.
Más de 20 extrañas fobias que no conocías
¿Alguna vez se le ocurrió a alguien que un número, una planta o una calle puedan llegar a causar miedo? Aquí te presentamos fobias para todo y para todos.
Turofobia: miedo al queso
Todos los miedos que tengan que ver con comida realmente deben representar situaciones muy complicadas. Por ejemplo, ir al supermercado. Es habitual que existan muestras de distintos tipos de quesos en mostradores y pasillos.
Lo que para algunos puede ser una maravillosa oportunidad de comer un bocadillo gratis, para otros puede significar un momento de ansiedad y nervios, producto de un inofensivo queso. ¡Los empleados deben creer que el alimento había caducado o que el olor es insoportable!
Crematofobia: miedo al dinero
Esto sí que es difícil de imaginar. El mundo está gobernado por el dinero, y en cada situación cotidiana hay que estar en contacto con billetes. Aunque debe ser una fobia muy complicada de transitar, existen ciertas estrategias para quienes la padecen. Por ejemplo, el uso de tarjetas de crédito o métodos de pago digitales.
Claro, seguramente estas personas estén más que felices con la explosión de las criptomonedas y hayan volcado toda su economía a ellas.
Ombrofobia: miedo a la lluvia
No, no tiene nada que ver con los hombros ni con ninguna otra parte del cuerpo. Existe la fobia a la simple lluvia. Como la mayoría de ellas, puede estar relacionada a algún efecto traumático del pasado. En este caso, quienes la padecen pueden sentir los síntomas con solo ver un cielo nublado.
Para muchos es agradable y placentero dormir escuchando las gotas caer, incluso existen aplicaciones que lo simulan. Pero, para otros, pueden ser la peor pesadilla.
Triscaidecafobia: miedo al número 13
Esta fobia está relacionada con algo completamente cultural ya que, en muchos lugares del mundo, el número 13 arrastra supersticiones de todo tipo, casi siempre vinculadas con la mala suerte. Seguramente películas como “Viernes 13” tengan que ver con esta fama negativa.
Tal vez no sea tan grave como otras, debido a que es mucho más extraño cruzarse con un número 13, comparado a los quesos o billetes. Sin embargo, esto suele complicar a las investigaciones médicas. Son fobias extrañas que aún se encuentran en estudio.
Corofobia: miedo a bailar
Probablemente muchas personas hayan sufrido este miedo, aunque sea levemente. Está fuertemente relacionado con la vergüenza, con cometer algún acto ridículo en público. Y, de esta manera, que los demás se rían.
Por supuesto, para quienes esa situación se eleva a una fobia, todo se vuelve más grave, ya que los síntomas son comúnmente mareos, náuseas y ataques de ansiedad. Hay que ser muy cuidadoso con quién se invita a bailar. ¡Nunca se sabe qué fobias puede tener!
Pogonofobia: miedo a las barbas
Probablemente, hace 10 o 15 años, quienes padecían este miedo no tenían demasiados inconvenientes. Pero, para su mala suerte, las barbas tupidas se pusieron de moda rápidamente. Miles de jóvenes, y no tan jóvenes, muestran orgullosos sus vellos faciales por la calle.
Mientras tanto, los pogofóbicos vieron sus peores miedos hacerse realidad cada día con más frecuencia. Esta fobia puede causar que se asocie a las personas barbudas con cierta suciedad o escasa higiene y cuidado personal.
Macrofobia: miedo a las filas
Otra situación que para nadie es agradable. Es más compresible el sufrimiento de este tipo de fobias que las que tienen que ver con comidas o barbas. Sin embargo, es mucha la diferencia entre un simple malestar y una situación fóbica.
Para quienes la padecen, no importa qué destino tenga la fila. Puede ser desde trámites de documentos hasta una simple compra de helado. Al tratarse de situaciones tan comunes en el día a día, es importante buscar de manera urgente la superación del miedo.
Basofobia: miedo a caerse
Es muy probable que las personas comiencen a padecer esta fobia luego de una fuerte caída, que pudo haber provocado daños físicos o no, pero que seguramente tuvo algún efecto psicológico grave. También es común en personas que hayan tenido estados de cama o en silla de ruedas.
Tras un tiempo largo de tener movilidad reducida, suena lógico que el miedo a las caídas se vuelva una situación compleja. Pero, al igual que el resto, tiene solución con paciencia y ayuda profesional.
Hipopotomonstrosesquipedaliofobia: miedo a palabras largas
A diferencia de las anteriores, ésta realmente parece una broma de mal gusto. Pero, para gran sorpresa, es real. Tanto la fobia en sí misma como la palabra que se eligió para nombrarla. Habrá que buscar al autor o autora de la misma, ya que no fue de gran ayuda para quienes la padecen.
Las causas de este miedo pueden ser muy diversas, pero es seguro que se puede tratar como la mayoría: relacionándose poco a poco con el miedo en cuestión, y siempre con acompañamiento médico.
Filofobia: miedo a enamorarse
En este caso, se vuelve a las situaciones realmente complejas. Enamorarse, si bien no es una necesidad básica como comer o dormir, es parte de la vida y si se tiene una fobia para ello, puede impedir situaciones fundamentales. Aunque sean buenas o malas experiencias.
En muchas ocasiones, las personas con filofobia evitan las relaciones alcanzables. Es decir, ponen como excusa que se enamoraron de alguien inalcanzable, como un actor o alguien famoso, para dificultar que un amorío se concrete.
Hilofobia: miedo a los árboles
¿Qué daño puede hacerle un árbol a alguien? Visto desde afuera, es muy difícil llegar a comprender este miedo. Pero, probablemente, la razón sea un evento traumático, ocurrido en un bosque o con árboles cerca.
Las personas con hilofobia tienen graves dificultades en su vida cotidiana y, mientras no se sometan a un tratamiento, rearman y planifican los eventos de su vida en base a este problema. Por ejemplo, mudarse a lugares con poca densidad de árboles.
Fagofobia: miedo a tragar
Otro miedo que quizás muchísimas personas hayan atravesado, solo que no lo recuerdan. Esta fobia aparece con frecuencia en la niñez. La imagen del niño que no desear comer es más que común. Generalmente no representa un problema mayor, y al tiempo se le pasa.
Sin embargo, también puede ocurrir durante la vida adulta. En ese caso, la problemática es muy distinta, ya que puede traer problemas de nutrición. Por eso requiere un tratamiento rápido, el cual expone al paciente a enfrentar gradualmente su miedo.
Hexakosioihexekontahexafobia: miedo al número 666
Otra fobia relacionada directamente a cuestiones culturales, ya que el número 666 representa a la bestia, el diablo, o como se quiera llamar a un demonio poderoso y maligno. Probablemente las personas que la padecen sean religiosos o, muy sensibles a las supersticiones. De tanto miedo generado hacia el infierno, representado por ese número, pudo haberse generado una fobia.
Si bien no es tan frecuente de ver, en el momento en que sucede la víctima puede sufrir desde sudor fuerte hasta ataques de pánico.
Omfalofobia: miedo a los ombligos
Es comprensible que alguien tenga cierto rechazo por los ombligos. Esa parte del cuerpo nunca gozó de buena fama. Ya sea por sus posibles olores o por asociarse con la suciedad y la poca higiene, pero la marca del cordón siempre estuvo estigmatizada.
De todas formas, tener rechazo es una cosa y una fobia es otra distinta. Por más asco que se le tenga, no hay ningún tratamiento para ello. En cambio, cuando se trata de una situación fóbica, la ayuda terapéutica se vuelve fundamental.
Hafefobia: miedo a ser tocado
Qué difícil debe ser convivir con este miedo. Sobre todo si te encuentras en algún país Latinoamericano, ya que la calidez de sus habitantes puede llevar al tacto con mucha facilidad. La hafefobia puede derivar de causas diversas, por ejemplo, tras un evento concreto que arrastró su padecimiento.
Mientras se va desarrollando, la persona poco a poco va evitando las situaciones que tengan que ver con el tacto. Casi sin darse cuenta, pronto no permitirá que nadie la toque.
Sofofobia: miedo a aprender
Puede parecer una perfecta excusa para los jóvenes que no quieren ir a la escuela o que se resisten a estudiar. Pero está claro que la falta de ganas y las fobias no tienen nada que ver entre sí.
Debe ser muy difícil afrontar compromisos académicos o querer iniciar una carrera si se posee este miedo. Resulta extraño imaginar cómo es posible no aprender nunca, ya que en casi todas las situaciones de la vida se puede aprender.
Efebifobia: miedo a los adolescentes
De acuerdo, hay jóvenes que pueden resultar bastante difíciles de llevar. En ocasiones los adolescentes son rebeldes, irritables y desobedientes. Es una etapa compleja y cada uno la transita a su manera. Pero tenerles fobia parece demasiado.
Quienes la padecen evitan relacionarse con personas que tengan adolescentes cerca, como padres de jóvenes en esa edad. Incluso, en casos extremos, el paciente puede llegar a aislarse y evitar salir a la calle, pero no sucede con frecuencia.
Agirofobia: miedo a cruzar calles
En este caso, es muy común asociar la fobia con un recuerdo traumático, ya que pocas cosas pueden ser tan normales y cotidianas como cruzar la calle. Quienes la padecen seguramente tengan graves dificultades para llevar a cabo las tareas más simples, como ir a hacer un trámite o a trabajar. Un automóvil se vuelve demasiado indispensable para estos casos.
En casos graves, es común que eviten acudir a lugares nuevos, por el miedo a no saber con qué se van a cruzar.
Iatrofobia: miedo al médico
Otro de los miedos comunes en la infancia. En especial al dentista. ¿Quién no tuvo pesadillas con esos instrumentos extraños que te meten en la boca? Sin embargo, la iatrofobia se extiende a todos los tipos de médicos. Estas personas tienden a relacionarlos con el dolor, por eso hacen todo lo necesario para evitarlos.
Es probable, incluso, que terminen poniendo en riesgo su vida, por no tratar ciertas enfermedades o no querer vacunarse. Una situación que sin dudas se agrava en el contexto actual.
Optofobia: miedo a mirar
Esta fobia tiene que estar entre las más graves del mundo. La primera y más fundamental acción del día, antes que comer, trabajar o estudiar, es abrir los ojos. Quienes la sufran deben tratarla inmediatamente.
Se relaciona, específicamente, con esas situaciones donde se tiende a cerrar los ojos. Por ejemplo, al mirar una película de terror o viajar en una montaña rusa. Sin embargo, evitar la mirada en otros momentos puede representar algún peligro o problema de mayor gravedad.
Ergofobia: miedo al trabajo
En los ambientes laborales son muchas las posibilidades de que sucedan eventos negativos, que pueden volverse traumáticos. Por ejemplo, el maltrato por parte de un jefe, la exigencia por encima de las posibilidades o el estrés.
Probablemente este tipo de fobia esté relacionada con alguna de esas situaciones. Aunque no debe ser nada fácil superarla, debe ser tratada, ya que seguramente dificulte el ingreso de dinero. Quizás con la ampliación del home office estas personas puedan estar más aliviadas.
Vestifobia: miedo a vestirse
Un elemento fundamental para convivir en casi cualquier sociedad del mundo: la ropa. Si se tiene un miedo fóbico al acto de vestirse, es muy probable que la persona permanezca tiempo de más en el hogar.
Además, la estrategia que suelen utilizar para esquivar sus miedos es vestirse con poca ropa o prendas holgadas. En ocasiones, esta fobia se vincula con un tipo de vestimenta en particular, logrando que quien la padece evite por todos los medios utilizarla.
Antrofobia: miedo a las flores
Una fobia muy difícil de comprender para quien no la padece. ¿Cómo podría generar temor de una inofensiva flor? Incluso las carnívoras suelen alimentarse de pequeños insectos, y no de carne humana, por lo que no existe riesgo alguno.
Pero, como se pudo observar, existen fobias de lo más variadas. En el caso de la antrofobia, puede llegar producto de una reacción alérgica grave al haber tenido contacto con una flor. En ese caso, es más comprensible que no se quiera volver a estar cerca de una.
Uranofobia: miedo al cielo
Una fobia un tanto compleja. Tiene que ver, nuevamente, con ciertos sentimientos supersticiosos y también está relacionada con la religión y las creencias espirituales. Quienes la experimentan, en realidad, el temor que tienen es a no ser dignos de alcanzar el cielo.
Por este motivo está fuertemente vinculada con el miedo a la muerte, otra fobia que es más común y muchas personas experimentan, aunque sea de manera leve. El tratamiento también resulta complejo, ya que es difícil enfrentar a la persona, poco a poco, con su miedo.
Tripofobia: miedo a los agujeros
Este temor, aunque parezca extraño, es más común de lo que se cree. Muchas personas experimentan sentimientos de rechazo, asco y temor a los objetos con agujeros. El ejemplo típico es la flor de loto, pero no es el único.
Lo que resulta un poco más sencillo, en este caso, es la forma de tratarla. En general, casi todas las fobias se solucionan poniendo al sujeto en contacto con la situación que le causa problemas. Por supuesto, tiene que ser una exposición gradual y acompañada.
Gelotofobia: miedo a la risa
En principio, nadie puede pensar que la risa genere miedo o ansiedad. Se trata de una de las sensaciones más agradables para el ser humano. Nada mejor que una reunión con amigos o familiares donde abunden las risas.
Sin embargo, este temor tiene un estrecho vínculo con la vergüenza o la humillación, al igual que la fobia a bailar. Quienes la padecen no tienen miedo a reírse, sino que creen que los demás se ríen de ellas permanentemente. Por eso evitan los grupos donde está sucediendo esta acción.
Falacrofobia: miedo a la calvicie
Si juzgamos a las fobias por su nivel de empatía, esta es, sin dudas, una de las más comprensibles. Un temor típico de los hombres, e incluso las mujeres, cuando va llegando a la adultez. Es muy común buscar antecedentes familiares, en padres o abuelos, para comprobar en qué momento puede acechar la calvicie.
Por supuesto, la falacrofobia lleva este temor a situaciones extremas, que pueden causar ansiedad, angustia, nervios y hasta ataques de pánico. No son casos que se arreglen con una peluca.
Papafobia: miedo al Papa
Aunque parezca lo contrario, la fobia al Papa no tiene que ver con un miedo o rechazo a la religión católica o a una creencia en particular. El trastorno ocurre cuando la figura del Papa impacta negativamente en la vida de un sujeto, por asociarlo a algún evento traumático de carácter personal.
Otro caso difícil de tratar, debido a que puede resultar muy costoso viajar hasta Roma, sin mencionar que pedir una cita con el Sumo Pontífice para tratar una fobia debe resultar prácticamente imposible.
Metrofobia: miedo a la poesía
Si bien este trastorno se relaciona con la lectura en general, quienes lo padecen tienen un particular rechazo por el formato de la poesía. De esta manera, evitan hasta el extremo leer en voz alta un libro, por temor a que contenga frases de este género.
Además, las postales, mails o tarjetas con frases inspiradoras no son para nada de su agrado, por lo que un gesto cordial o cariñoso para estas personas puede resultar un acto de odio y maldad.
Cinofobia: miedo a los perros
Qué lástima por las personas que sufren este trastorno. Debería ser tratado con la mayor rapidez posible, porque la compañía de un canino es inigualable. Aunque pueda parecer difícil de entender que exista semejante trastorno, se vuelve posible en el momento que se describe su origen.
Es muy común que surja por situaciones traumáticas en la infancia o también en la adultez. Probablemente estas personas hayan tenido una mala experiencia al cruzarse con algún perro agresivo, los cuales pueden llegar a ser peligrosos.
Podofobia: miedo a los pies
Otra de las más comunes y entendibles. Por un lado, están quienes demuestran una afición desmedida hacia esta parte del cuerpo. Pero, por el otro, es causante de rechazo en buena parte de la población. Su vínculo automático con la suciedad y los malos olores hace que tengan una pésima reputación.
Mención aparte para los creadores de este helado, quienes hicieron caso omiso de esa fama y lanzaron un pie dulce y comestible. Debe haber estado lejos del fracaso, ya que se mantuvo en el mercado durante mucho tiempo.
Espectrofobia: miedo a los reflejos
No, no tiene que ver con creerse feo y evitar el espejo por rechazo a la imagen de uno mismo. Este trastorno está más bien relacionado con lo sobrenatural, debido a que los espectros que se temen son imágenes paranormales.
Las típicas películas de terror con escenas donde se pueden ver reflejos de personas que no están allí son, probablemente, grandes responsables de esta fobia. Los pacientes evitan estar a solas en lugares oscuros o cerrados.
Ailurofobia: miedo a los gatos
Estos animalitos son objeto de debate en la sociedad. Generan tanto amor como odio. Muchas personas son amantes extremas de los felinos, mientras que otras los asocian con alergias, suciedad y supersticiones.
El último punto es el que lo puede llevar hasta una fobia. Quienes sufren ailurofobia tienden a relacionar a los felinos con la magia negra, la brujería y el mal. Por supuesto, el más temido es el gato negro, víctima de una larga lista de leyendas oscuras.
Catisofobia: miedo a sentarse
Hay dos grandes causantes, aunque no los únicos, de este trastorno. Por un lado, la relación con algún castigo sufrido durante la infancia o los días de escuela. Probablemente haya habido algún profesor o tutor que acostumbraba al niño a sentarse en un rincón cuando se comportaba mal.
Por el otro, el temor al sobrepeso. Sin embargo, en cualquiera de estos casos, debe tratarse al paciente con cuidado y no bruscamente. La terapia y el acompañamiento son fundamentales para superarla.
Gerontofobia: miedo a la vejez
En el caso de esta fobia, no es tanto el miedo o rechazo hacia la gente mayor, sino que está vinculado al temor por envejecer. Probablemente quienes la padecen tengan una reacción negativa al cruzarse con un anciano, pero tiene que ver con que les recuerda una etapa a la que inevitablemente se va a llegar.
El vínculo con la debilidad física, las enfermedades, el deterioro y la dependencia son característicos en este trauma. La llegada de la tercera edad está fuertemente relacionada con todo eso.
Amatofobia: miedo al polvo
Un trastorno que tiene relación directa con la obsesión por la limpieza. Son muchas las personas en el mundo que tienden a ponerse de mal humor o sentir fuertes malestares si el ambiente en el que se encuentran no está reluciente.
Sin embargo, la amatofobia alude directamente al polvo, más allá de otro tipo de suciedades. Los pacientes generan una fuerte ansiedad al convivir con restos de elementos que pueden ocasionarlo. Por supuesto que no pueden pasar ni cerca de una obra en construcción o una cancha de tenis.
Alodoxafobia: miedo a opinar
Otra fobia que resulta curiosa y, quizás, poco comprensible para quienes no la padecen. Sin embargo, también en este caso está vinculado con la vergüenza y el temor a hacer el ridículo. Negarse a emitir opiniones en público por decir alguna incoherencia parece algo más común.
Pero no puede usarse como excusa para esquivar una exposición oral en la escuela o la universidad. Es más conveniente tratarla previamente, para no tener que llegar a esa instancia.
Nomofobia: miedo a los teléfonos
Este trastorno es de los más novedosos y actuales. Con la aparición de los smartphones y los teléfonos portátiles, millones de personas están en contacto estrecho con ellos durante buena parte del día. Si bien esto ha representado grandes ventajas en muchos aspectos, también trajo dificultades psicológicas de todo tipo.
Está relacionada con la ansiedad de no poder estar sin el teléfono, algo que le sucede a cada vez más adolescentes, pero también a gente de todas las edades.
Rutilofobia: miedo a los pelirrojos
En la antigüedad, las personas pelirrojas fueron asociadas con todo tipo de maldiciones y leyendas. Han llegado a ser discriminadas y excluidas de muchas sociedades. Si bien todo eso quedó en el pasado, la historia suele arrastrar secuelas de estos actos.
Una de ellas es la rutilofobia, es decir, el temor extremo que el paciente crea hacia los pelirrojos. Afortunadamente, hoy se comprende con claridad que el problema no lo tienen los colorados, sino quienes padecen la fobia.
Xantofobia: miedo al color amarillo
Una fobia de los más curiosa e incomprensible. Básicamente se trata de tener un miedo irracional a todo lo que sea de color amarillo. Por supuesto, también tiene que ver con un condimento supersticioso, ya que en muchas culturas este color está asociado directamente con la mala suerte.
Si bien parece un poco más sencilla de transitar en comparación con otras, lo mejor es tratarla y superarla. ¡Nunca se sabe cuando te puedes cruzar con un pequeño patito!
Por muy diverso que se haya vuelto el mundo, todavía hay algunas familias que sorprenden a quienes las rodean por su aspecto. La vida de Rachel y Aaron Halbert dio un giro inesperado cuando Rachel dio a luz. La historia de Rachel y Aaron demuestra que, aunque puede ser difícil, también merece la pena, sobre todo con una historia tan extraordinaria como la suya